La CIDH, sobre la violencia de género en America Latina

La CIDH, sobre la violencia de genenr
Advertencia en la regiónia de género

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Por Mariana Carbajal

“En las Américas, los Estados han empleado una diversidad de esfuerzos legislativos e institucionales significativos para prevenir y responder a los asesinatos de mujeres. Sin embargo, éstos son insuficientes y deben abordar asimismo los patrones socioculturales discriminatorios y sociales conducentes a la consolidación de un marco social violento y de riesgo para las mujeres. Estos patrones son evidentes en la familia y en contextos como la educación, la salud, el empleo, y las prisiones, entre otros escenarios de la vida pública de los países en la región”, expresó hace pocos días Margarette May Macaulay, en un comunicado de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el que el órgano reiteró su llamado a que los Estados adopten medidas urgentes y con perspectiva de género para prevenir, investigar y sancionar todos los asesinatos contra las mujeres”. Y subrayó que los femicidios “no son un problema aislado y son sintomáticos de un patrón que afecta a todas las Américas”.

La CIDH resaltó que “hay múltiples factores estructurales” que promueven la repetición de asesinatos contra las mujeres. “El machismo, el patriarcalismo y los estereotipos sexistas siguen incrementando la situación de riesgo de las mujeres. Además, la discriminación histórica engranada en el tejido social a través de las Américas impide el completo ejercicio de todos sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, y limita la autonomía de las mujeres en ámbitos como la salud sexual y reproductiva. Existe asimismo una tolerancia social a la violencia contra las mujeres en todas sus dimensiones (física, psicológica, sexual y económica y otras) y la gran mayoría de estos actos continúan permaneciendo impunes, sin una respuesta oportuna y seria de parte de las autoridades policiales y judiciales”.

En el pronunciamiento, del 16 de mayo, la CIDH destacó ejemplos recientes del entorno violento que enfrentan las mujeres en las Américas. Y mencionó el femicidio de Micaela García, “activista y parte del movimiento Ni una Menos”, en Gualeguay, Argentina, el 7 de abril, entre otros casos ocurridos recientemente en el continente.

En Brasil, fue asesinada Ismara Filier junto a su hijo de 8 años y otras diez personas, a manos de su ex pareja en Campinas, San Pablo, el 1º de enero. Un día después, fue también asesinada Renata Rodríguez Aureliano, en Minas Gerais, a manos de su ex pareja. En Colombia, tras denunciar amenazas y hostigamientos ante las autoridades, Claudia Rodríguez fue asesinada el 10 de abril, un día antes del asesinato de Elcy Yamile Olaya Bolívar, ambas víctimas de sus exparejas. En los Estados Unidos, Karen Smith, maestra, fue asesinada por su esposo en una escuela en San Bernardino, California, el 10 de abril, y resultó asimismo muerto un niño de 8 años y herido uno de 9. En México, la CIDH tomó conocimiento del asesinato de Lesby Berlín Osorio, de 22 años, el pasado 3 de mayo. El cuerpo sin vida de Lesby fue encontrado junto a una cabina telefónica en las inmediaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), estrangulada con el cable del teléfono. Apenas un mes antes, el 9 de abril, fue encontrado el cuerpo calcinado de Lizbeth Sánchez, de 18 años, quien había sido reportada como desaparecida dos días antes. También en México fue asesinada Martha Estela Sosa, el 30 de enero, por disparos de su pareja. En Trinidad, Jamilia Derevenax fue asesinada en un cine el 5 de febrero.

“Las medidas de prevención deben tener una perspectiva de género, considerando todos los factores de riesgo así como el patrón de discriminación histórica y subordinación que aún afecta de forma negativa a las mujeres, y tener como objetivo no sólo su igualdad, pero también su empoderamiento y autonomía. La participación de las mujeres en el diseño de legislación, políticas y servicios es fundamental para su eficacia”, señaló la CIDH. Además, el órgano expresó a su vez preocupación por la naturaleza interseccional del riesgo que viven las mujeres. “Variables como la etnia, la raza, la edad, la orientación sexual e identidad de género, situaciones de discapacidad o el hecho de ser migrante pueden incrementar el riesgo de una mujer a ser asesinada y victimizada”, advirtió. Y en este sentido, manifestó su “alarma por la continuidad de asesinatos a mujeres lesbianas y trans en la región”.

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