Argentina combatiente de las Brigadas Internacionales






Capitana en la Guerra Civil Española



Por Elsa Osorio

Este mes se cumplen 16 años de la muerte de Micaela Feldman de Etchebéhère, la argentina nacida en Moisés Ville en 1902 que comandó una columna del POUM en la Guerra Civil Española. Amiga de Cortázar, de Alfonsina Storni, de André Breton, de Copi, su extraordinaria trayectoria es poco conocida entre nosotros. Fue Juan José Hernández, en 1985, quien me inició en la historia de esta mujer que no sólo combatió en la guerra, sino que –como habría de descubrir en años de investigación– vivió a tope la aventura ideológica del siglo XX.

Hija de judíos rusos, Mika crece con los relatos de los revolucionarios evadidos de los pogroms y las cárceles de la Rusia zarista. A los 15 años, en Rosario, ligada a las anarquistas, pronuncia su primer discurso. En 1920 estudia odontología en la UBA y conoce a Hipólito Etchebéhère, su compañero. Juntos emprenderán una vida consagrada a la militancia. Sus primeros pasos: el grupo Insurrexit, la línea más izquierdista de la Reforma, donde confluyen marxismo, anarquismo y socialismo; su paso por el PC, 1924, de donde son expulsados en 1926 por su desacuerdo con la dirección y su apoyo a Trotsky (aunque no forman parte orgánica de un grupo trotskista). El viaje por la Patagonia, donde recogen testimonios sobre la masacre de los peones rurales en manos del Ejército, mientras arreglan dientes. En 1931 viajan a Europa en busca de la revolución. España, primera decepción: la República reprime duramente a los manifestantes que reclaman el cumplimiento de las promesas.

Luego París, estudios y vínculos con revolucionarios. Octubre del ’32, Berlín, son testigos de la derrota del proletariado alemán y el ascenso al poder de Hitler. Francia en el ’33, el grupo clandestino Que Faire, de oposición al stalinismo. Y al fin España, 1936. (Cuarenta años después, Mika publica un libro con sus recuerdos.) Mika e Hipólito se unen al POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), cercano a sus ideas. Parten con una columna motorizada que comanda Hipólito. Un mes después, él muere en el combate de Atienza. Mika quiere matarse, pero le parece oír a su compañero: “¿Qué haces con nuestros principios? Ya resolverás tu pequeño destino individual después de la revolución. No es el momento de morir por sí mismo”.

Decide hacer suya esta guerra. Pero no será fácil para Mika convivir e imponer su autoridad a esos hombres, revolucionarios pero machistas. “En otras compañías son las muchachas las que lavan y hasta remiendan los calcetines”, protesta el miliciano. “Las muchachas que están con nosotros son milicianas –le contesta– no criadas. Estamos luchando todos juntos, hombres y mujeres, de igual a igual, nadie debe olvidarlo. Y ahora dos voluntarios.” Siempre habrá voluntarios porque Mika explica lo que ella misma va aprendiendo, y se preocupa de que no les falte comida o abrigo, de escucharlos y comprenderlos, de que ceda la tos con ese jarabe que ella misma les lleva a las trincheras, entre el silbido de las balas. Poco a poco, y pese a su ignorancia en estrategia militar, va asumiendo el lugar de jefa: en Sigüenza exige al emisario fascista que le lleven las condiciones de rendición por escrito y firmadas para ganar tiempo, ordena resistir, atacar, distribuye las funciones.

Ella elige una palabra oportuna para hacerse obedecer, elige alentarlos cuando las injurias del PC contra el POUM desmoralizan a sus milicianos, andar en cuatro patas por las trincheras, acostarse en el barro, empuñar las armas, mantener vivo el ideal revolucionario luchando codo a codo con sus milicianos... Ellos mismos la nombran capitana y la columna del POUM, combatiendo con pocas armas contra un enemigo mucho mejor equipado, realiza proezas en distintos frentes. Sigüenza, Moncloa, Pineda de Húmera, cada vez más alto el riesgo. Su fama temeraria hace que los altos mandos la designen para tomar el cerro de Avila. Los han mandado al asalto sin protección y Mika ve morir a sus milicianos. Se refugia en el Liceo Francés hasta el fin de la guerra, cuando regresa a París. De una guerra en la que combate a otra de la que debe huir por su origen judío. La familia Botana la asila en la Argentina. Desde 1946 hasta su muerte vive en París. No hay acontecimiento político en el que no se involucre, que no provoque sus lúcidas reflexiones. En el ’68 francés, con unos guantes blancos, recoge adoquines y explica a los estudiantes cómo evitar que el negro en sus manos los delate si son sorprendidos por la policía. No puede imaginar el guardia que acompaña a su casa a esa señora de 66 años, elegantemente vestida, que en su cartera están aquellos guantes tiznados.



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Comentarios

  1. Saludos. Con honda emoción, he leído el muy bien elaborado artículo, respecto a la gran combatiente Miacaela Feldman. Ejemplos como el de ella, nos hacen sentir que no todo está perdido. De alguna manera que no acierto a precisar, comenzarán a surgir nuevas esperanzas, sostenidas en el ejemplo inmarscecible, como el de esta gran dama, quien viajó a España, a participar en la guerra civil, al lado del bando Republicano. Hoy, como nunca antes le hace muy bien a quienes esperan el levantamiento de nuevas convicciones, para construir una sociedad mejor, la difusión, estudio e inspiración, en vidas tan pristinas, como el legado que nos dejara Micaela. Desde la distancia, siempre adelante y más temprano que tarde, las fuerzas progresistas, se depurarán y volverán a ser la vanguardia, que el futuro exige y demanda. P. Nelson Henríquez v. Valdivia-Chile.-

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  2. Hola, Marta.
    Emcionante articulo. Mujeres y hombres que lucharon por la libertad universal alli donde sus conciencias les llamaba.
    Debo sin embargo rectificar un dato que creo deberia ser subsanado: la foto atribuida a Micaela no es de Micaela, si no de Margarita Nelken, dirigente socialista, diputada por la provincia de Badajoz (mi tierra) y luchadora, como Micaela, de las libertades.

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  3. He recibido un comentario que agradezco, y que comparto con ustedes a continuacion.
    Se refiere a la foto que aparece en el slot, que la que al parecer sería de otra persona.
    Si así fuera,lo lamneto,piedo disculpas, y lo informo por este medio.

    No obsnate, le ruego a la persona que tan amablemente me escribiera, que si le fuera posible, entre en mis blogs con nombre y apellido al menos, pues no me gusta la idea de conversar con figuras anónimas.

    Mientras espero que ello ocurra, le mando saludos y gracias por visitar mis noticias.

    Marta
    Londres

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