Estos tipos no se asustan con discursos



Adriana Calvo fue una de las
personas mas salvajemente
torturadas en Argentina en 1977

Opinión
Argentina: Entrevista a Adriana Calvo, de AEDD
'Estos tipos no se asustan con discursos, y el gobierno sigue sin tomar medidas'
Por: PRENSA DE FRENTE (Fecha publicación:03/01/2007)
Información Adicional
Tema: Derechos Humanos en Argentina
País/es: Argentina



Seguramente el 2006 quedará registrado como uno de los años más agitados para los organismos de derechos humanos: el 30º aniversario del Golpe y un acto que dividió aguas, las primeras condenas a genocidas tras la anulación de las leyes del perdón, la desaparición de Julio López, la andanada de aprietes e intimidaciones, y el secuestro de Luis Gerez como el hecho político de fin de año. Horas después de la aparición del militante kirchnerista, con interrogantes varios todavía orbitando alrededor del caso, charlamos de todos estos temas con Adriana Calvo, integrante de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, uno de los organismos “históricos” que mantiene su independencia y postura crítica hacia el gobierno.

-¿Es creíble que Gerez haya aparecido gracias al discurso de Kirchner por cadena nacional?

-No, de ninguna manera. Estos tipos no se asustan con discursos. Otra cosa hubiera sido si el Presidente anunciaba medidas concretas. El discurso fue perfecto, hizo un diagnóstico correcto de la realidad, el problema es que a ese diagnóstico no le sigue un tratamiento; los buenos médicos hacen un buen diagnóstico y luego toman medidas para que el enfermo se cure. Yo estaba esperando la segunda parte del discurso, que en algún momento dijera `por todo esto, he decidido tomar las siguientes medidas, dos puntos...´. Por ejemplo, anular los indultos, impulsar juicio político a los jueces de la Dictadura, la exoneración de los integrantes de las fuerzas de seguridad que tuvieron que ver con la represión, mandar a cárceles comunes a los que están detenidos en instituciones militares, impulsar sumario administrativo a los fiscales de la dictadura... Si hubiera anunciado una serie de medidas y convocado a Plaza de Mayo a defender esas medidas íbamos todos, ahí sí se podría pensar que estos muchachos se asustaron. Si bien la reacción del gobierno fue muy distinta a la que tuvo con Julio (López) -lo que además demuestra todo lo que no se hizo por Julio, con Aníbal Fernández diciendo que podía estar tomando el té en lo de una tía-, no se ha tomado ninguna medida concreta. El problema siguen siendo los hechos, no el discurso.

-¿Qué conclusiones dejan estos secuestros políticos, sumado a otros hechos menos mediatizados de amenazas, aprietes y golpizas a militantes populares?

-Nos muestran la existencia de bandas fascistas con un alto grado de organización y audacia. Integradas por personal en actividad, personal en retiro y civiles, financiadas seguramente por grupos económicos poderosos. Están a la ofensiva, nos están diciendo `estamos dispuestos a todo, hacemos lo que queremos y cuando queremos, se acabó, por acá no sigan´. Y gozan de una impunidad notable, no hay que olvidarse que a Gerez no lo encontró la policía, los secuestradores decidieron liberarlo; tanto con lo de Julio como con lo de Gerez no tenemos a ningún responsable detenido. Hay una importante cuota de interés en que los juicios a los genocidas no sigan, pero esto no sólo se limita a los juicios, es un mensaje para toda la sociedad. Da alivio que Gerez haya aparecido, pero lo central del problema sigue en pie. Así que coincidimos con el discurso del presidente de que hay `fuerzas oscuras de la impunidad´ que siguen actuando, el problema es que no se hace nada para desactivarlas.




-Yendo más atrás en el balance anual, ¿cómo vivieron el 30º aniversario del Golpe, que generó tantas actividades pero que también evidenció públicamente las antagónicas posturas en los organismos?

-Fue una experiencia muy grande, las actividades se multiplicaron en todo el país, incluso en el exterior, logramos fortalecer el espacio “Memoria, Verdad y Justicia” donde participaron más organizaciones que en los 10 años anteriores (cerca de 300), logramos hacer una agenda en común, fue una experiencia unitaria importante. Después, lo que pasó en el acto del 24/3 fue muy doloroso, un golpe muy duro para nosotros, hubo una clara maniobra del gobierno para romper el acto, de muchas maneras, primero querían hacer un acto propio prácticamente en simultáneo con Hebe y Carlotto que pudimos impedir. Después, el grupo de patoteros frente al palco insultándonos toda la tarde (que resultaron ser los mismos que atacaron a los trabajadores del Hospital Francés); la sorpresa del uso del micrófono para decir que no estaban de acuerdo con el documento, cuando ya se había acordado que ellos no lo firmaban, incluso les habíamos ofrecido que hicieran uno propio y no quisieron; y por último, las declaraciones de Estela de Carlotto diciendo que había sido llevada engañada. Pudimos contrarrestar ese golpe pero parcialmente, porque no manejamos los medios de comunicación. Fue un lamentable final para un acto maravilloso.

-¿Y cómo se vive esta ruptura con los organismos ligados al gobierno?

-Se trata de no ahondar en las diferencias, pero sin dejar de marcar que tenemos líneas diferentes. Los derechos humanos los violan los Estados, a través de los gobiernos, por eso si el objetivo de los organismos es defender los derechos humanos nosotros creemos que deben ser independientes del gobierno por definición, no se puede ser casi funcionario del gobierno como ocurre en algunos casos. Es incompatible. Es necesaria la independencia de los organismos precisamente porque se supone que defienden los derechos humanos que viola ese gobierno.

-¿Pero este no es “el gobierno de los derechos humanos”...?

-Este gobierno, sobre todo en el inicio, ha dado pasos concretos en pos de la cárcel a los genocidas. Eso lo reconocemos. Independientemente de porqué lo hizo, lo concreto es que Kirchner impulsó la nulidad de las leyes, producto de la lucha de 30 años, de que le convenía, etc. Ahí sacó una gran piedra, es verdad, pero después no sacó ninguna más. Por otro lado, la política de DDHH no se restringe a conseguir cárcel a los genocidas, y es evidente que este gobierno no sólo no defiende los derechos humanos sino que los viola: tiene una política de criminalización de la protesta social, no hizo nada por el desprocesamiento a los luchadores populares. Y en un análisis más general, la política económica liberal, de entrega, de pago de la deuda externa, de regalías para las privatizadas, sin hablar de la distribución de la riqueza. No se puede confundir un aspecto de la política nacional con el todo, y aún así en ese aspecto lo hecho no es suficiente ni mucho menos.


-El año también tuvo hechos positivos, las condenas a Etchecolatz y al Turco Julián...

-Sí, fueron dos triunfos importantes. Con grandes diferencias. Mientras que en la condena al Turco Julián se reivindica la teoría de los dos demonios, la del juicio a Etchecolatz es histórica: por un lado, por el reconocimiento de la existencia de un genocidio: por primera vez en la historia de la humanidad un Tribunal reconoce la existencia de un genocidio en su propio país; por el otro, porque en la sentencia se habla del objetivo del genocidio de imponer un plan económico. Fue un enorme triunfo y se dio como creemos tiene que ser la línea, con la participación de diversas organizaciones populares y la coordinación de los organismos. Creemos que la respuesta inmediata fue lo de Julio, a quien no secuestran por su testimonio en sí mismo (él ya había atestiguado lo mismo en causas e instancias anteriores) sino como un claro mensaje de que no sigamos por el camino de imputar por genocidio porque, además de la importancia que tiene desde el punto de vista histórico, tiene consecuencias importantes en lo jurídico, nos abre la puerta para poder llegar al último de los represores. Los juicios tal como están hoy están dirigidos a los represores que estaban en la cadena de mando o a los que fueron reconocidos, pero el carácter clandestino de la detención hace que la inmensa mayoría de los represores no puedan ser reconocidos. La condena por genocidio nos puede permitir acusar a todos aquellos que se desempeñaron en un campo de concentración, a quienes se puede identificar por los listados de personal de la policía. Pensamos que hay como una “cúpula” de represores a los que la derecha fascista le soltó la mano, que está resignada a entregarlos, lo que no quieren es que lleguemos hasta lo último.


Un atarde futbol en Argentina actual


-¿Cómo crees que va a influenciar el miedo infundido a los próximos testigos y qué opinás del pedido del presidente de que acepten la custodia policial?

-El miedo está, todos tenemos miedo, pero creo que a diferencia de lo que pasó en la dictadura hoy el miedo no nos paraliza sino que nos moviliza, pienso que todos los testigos van a estar dispuestos a declarar. En cuanto a la custodia es una decisión de cada uno, yo no la voy a aceptar. No es sólo una cuestión de piel. Kirchner pide que aceptemos la custodia y al mismo tiempo dice que hay fuerzas en acción detrás de todo esto, entonces ¿cómo puede asegurarme que la custodia que me manda no forma parte de esas “fuerzas en acción”? ¿Cómo puede saber a quién manda a mi puerta si él mismo no se ocupa de dilucidar y echar a los que estuvieron vinculados al genocidio? Hay 9026 policías que ingresaron durante la dictadura, el 20 por ciento del total, de esos hay mucho más que los 60 que dice Arslanian que participaron en la represión. La única seguridad para los testigos es un contexto político adecuado donde no haya lugar para esta gente. Mientras sigan pudiendo secuestrar, torturar, desaparecer cuando quieran y el gobierno siga sin tomar medidas concretas todos estamos inseguros.


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